La Constitución Apostólica Vultum Dei Quaerere, sobre la búsqueda del rostro de Dios, del Papa Francisco, muestra cómo la dimensión religiosa del ser humano orienta su corazón hacia la búsqueda del Absoluto, hacia Dios, aun de manera no consciente. El corazón posee un anhelo profundo de felicidad y plenitud que nos mueve a buscar una fuente que nos sacie de gozo. La vida consagrada invita a orientar nuestra búsqueda y contemplar a Dios en el corazón del mundo; pero la vida contemplativa monástica, destinatario principal de esta Constitución, en honda comunión con todas las otras vocaciones de la vida cristiana es rayo de la única luz de Cristo que resplandece en el rostro de la Iglesia. Su vida escondida con Cristo se convierte en figura del amor incondicional del Señor, y manifiesta la tensión de toda su vida hasta poder decir con el Apóstol: "Para mí vivir es Cristo". La vida contemplativa monástica, en su mayoría femenina, viviendo en el silencio del claustro genera preciosos frutos de gracia y misericordia. La vida contemplativa ha representado siempre en la Iglesia y para la Iglesia el corazón orante, guardián de gratuidad y de rica fecundidad apostólica.
top of page
$7.00Precio
bottom of page